jueves, 16 de marzo de 2017

"Hiperémesis Gravídica", ése fatal diagnóstico tabú

Me acabo de dar cuenta que llevo unos 5 años sin escribir en el blog, y que la vida me ha cambiado bastante...Ya os pondré al día.
Pero hoy vengo a contaros algo muy importante, para que quede constancia, y por si alguna está pasando por ello, o conoce a alguien que pase por ello, quizá pueda ser de ayuda... Os voy  a contar mi embarazo. No hace mucho, escribí las siguientes líneas:

Cuando por fin vemos en el dichoso Test de Embarazo nuestro ansiado, deseado y esperado Positivo, a priori creemos que debería caer confeti por doquier, y sonar música gospel al son de un "Aleluya!".
Creemos que lo más difícil ya está hecho; que sólo nos resta disfrutar de esa etapa, cuidarnos y dejarnos cuidar; comer por dos y vivir con ilusión cada una de las 36 semanas que se nos presentan, hasta la fecha que nos dictan cómo "prevista de parto"...

Pues bien: mi caso no os va a empachar de dulzor. Más bien lo contrario, no quiero desanimaros, y por eso, de antemano, quiero dejar claro que mi caso es minoritario. Tanto, que de haber sido "chachi", podría compararlo con que me tocó la lotería: tuve HIPERÉMESIS GRAVÍDICA, y afecta tan solo entre un 0'5% y un 2% de las gestantes.

"Hiper...qué???!!"... Os suena a chino, ¿verdad? Pues ése es precisamente el problema. Que nadie oye hablar de ello, porque nadie parece saber a qué se debe, y no te informan en los folletos de los centros sanitarios.
Parece que todo se reduzca a que, tal vez, si tienes mala pata, vomites el desayuno hasta la semana 12, pero que lo puedes controlar comiendo galletitas saladas. Pues dichosas vosotras, si ese es vuestro caso.

La Hiperémesis es el nivel máximo de vómitos, llegando a la deshidratación. No se sabe muy bien por qué sucede, y desde luego los médicos van despistados a la hora de aconsejarte. Sólo hay una realidad: vómitos, malestar, deshidratación, saliva en exceso a modo de espuma, mocos en nariz y garganta, y un deseo incontrolable de que al despertar todo haya pasado.

El mismo día de la falta, empezó todo. Vomité el desayuno, y estuve mareada todo el día. "Me ha tocado", pensé. Pues nada, a concienciarse que me esperaban 3 meses de disimular mi malestar, pero qué ilusión!!! Estaba embarazada después de tanto tiempo buscando!!...
Pronto empecé a darme cuenta que las galletitas no eran solución; tampoco las cápsulas de jengibre; pero de tanto oír a las amigas cercanas (que ya lo supieron antes de las 12 semanas), decirte: "es normal, mujer. Todas hemos pasado por éso!!", te haces la fuerte y aguantas...¡¡MAL!!

Yo, que soy súper exigente conmigo misma, y que lo doy siempre todo en cada trabajo que tengo, me vi incapaz de moverme del sofá, ni de abrir los ojos, a las pocas semanas de gestación... A las 6 semanas empezó a ser demasiado heavy como para ser "normal". Lo vomitaba todo, todo, y todo!!. Incluso sin comer, vomitaba. Vomitaba hasta el agua. Me abrazaba a la taza del váter, y los viajes eran tan frecuentes que no soy capaz ni de contarlos.
Hasta que "L" harto de llegar a casa y encontrarme llorando en el baño, me dijo que fuese al médico. Así que éso hice. Al día siguiente, me presenté como pude en urgencias, y tras los análisis, me tuvieron 2 horas a base de suero en vena para rehidratarme. "Si en los próximos días te vuelves a encontrar mal, vuelve y te ingresaremos". Ay...ingresarme?? No, no. Eso es de débiles, no?? Yo puedo!!, estoy embarazada, no enferma (os lo dirán bastante durante los próximos meses. Da igual si tenéis el hígado en la mano, no os podéis quejar de nada, desagradecidas. Estáis embarazadas: ¡bendecidas por la gracia de Dios!)

Ni decir cabe, que no dejé de vomitar ni un solo día, simplemente aguanté a la semana 8, y en la eco todo estaba bien; era yo la que me estaba quedando en nada... Iba a un ritmo de -2 kg por semana. Los días me pasaban de la cama, al váter, y el sofá... Y vuelta de nuevo.
"Te ingreso 3 días, hay que rehidratarte, no puedes seguir así!!"...Así que, ahí estaba yo, ingresada de casi 9 semanas. 3 días.
El primero de 3 ingresos. Un total de 21 días ingresada, hasta la semana 12.

Lo probaron todo conmigo: "¡¡Nada de agua!!, sólo Aquarius"; "Ni pienses en Aquarius, que te hará vomitar igual; sólo Coca-Cola y 7Up"; "No bebas cuando comas!"; "Come solamente patatas chips, y bocatas"; "Carne a la plancha, y nada de sofritos", "Come muy poco, pero muy a menudo. Es el truco"... Pues me río yo de todo éso, amigos.
Nada. Que no os cuenten cuentos para no dormir... Si te toca, te toca. Simplemente, rezar porque se pase rápido.
Los casos más optimistas de hiperémesis, desaparecen a las 14 semanas. Algunos a las 16, y si tienes algo de mala pata, a las 20 (¿medio embarazo así?... pues puede, si). Y luego, están las que son gafes y están así hasta el día del parto. Sí, sí: TODO EL EMBARAZO VOMITANDO. 9 MESES.

Fue mi caso. Vomitando entre contracción y contracción.
Dejé de contar los kilos perdidos, cuando llegué a los -12... Tuve que dejar de contarlos, porque dejaba de ser real: el niño cada vez era más grande, y al tener líquido amniótico, bolsa y todo... Ya no se podía llevar control. Pero los pantalones hablaban por sí solos.

Os aseguro que es duro. Muy duro. No sólo vivirlo, y tener que convivir con la de cosas que se te pasan por la cabeza al estar abrazada a la taza del váter, y creerte incapaz de seguir ni un sólo día así... Sino que también es duro que la gente de tu alrededor no te comprenda. Perdí trabajo, y algunas amistades se han quedado por el camino.
No entienden que no quieras moverte del sofá. Porque no puedes.
Que no quieres compañía, porque te va peor hablar y el jaleo.
Hay incluso quiénes se pasan de crueles y te dicen aquéllo de que "es todo psicológico", y se atreven a decirte sin tapujos, que eres tú, que te sugestionan
Imbéciles... Deseaba este embarazo, y deseo ser madre. Ni se os pase por la cabeza.
Pero así es, hay de todo; y aguantas lo tuyo, y lo que te echan encima algunos ignorantes.

La sensación es horrible. Hasta lo más cotidiano... ¿Tragar saliva?, ¿hola?, ¿alguna vez os plantearíais que puede parecer una pesadilla, algo que llevamos haciendo desde que nacemos, sin darnos cuenta?. Pues sí.
Tragar saliva, y además muy a menudo, porque produces más, con hiperémesis.
Y mocos en la garganta. Sí, súmalos a lo anterior. Así cómo: campanilla inflamada, oídos tapados, mareos, malestar, anemia...

No podía lavarme los dientes, ni con pasta de dientes infantil. Ni ducharme, ni lavarme el pelo.
Me encontré que no podía disfrutar de algo que llevaba toda una vida soñando, y que tanto me había costado.
Tenía miedo incluso a que al nacer el niño, no me naciese el instinto maternal, porque lo estaba perdiendo por la hiperémesis...

Mi niño nació el día de la fecha prevista de parto. Sano y maravilloso.
Había vomitado por última vez, 10 minutos antes de que naciese, y al sacarlo de dentro de mí, todo desapareció. Tal cuál.

Tal vez los postparto son difíciles tras 9 meses de color de rosa. Pero en mi caso, puedo decir que mi postparto fue un renacer. Volver a ser yo tras casi un año tan cuesta arriba...
Mi caso no tiene por qué ser el de todas. Pero los hay. No faltéis al respeto, ni dudéis de alguien que os dice estar tan mal. Es muy duro.
Y mandar al infierno esa horrible frase de "no estás enferma; estás embarazada"; porque, en vuestro caso, no se aplica. Y por más tabú que sea, basta ya. No hace falta que aguantéis más de lo que os ha tocado. Que bastante es...

No hay comentarios:

Publicar un comentario